jueves, 4 de diciembre de 2014

Prácticas de valoración crítica o comentario de texto: más Daniel Díaz

Pues os dejo la segunda práctica relacionada con el trabajo de este interesante bloguero. Leed el texto con atención y ejecutar un buen trabajo, que este merece una reflexión minuciosa:

Sí, la foto es para despistar
La relatividad tenía un precio
Salí con mi taxi apenas dos días después de sacar al mundo a mi primera hija, y la primera carrera que hice ya con el carnet de padre fue llevar a una mujer que me contó, realmente preocupada, que apenas le daría tiempo a poner una lavadora de color antes de ir a pilates
y claro, sopesando, pensé que lo mío era mucho más importante (joder, señora, que acabo de ser padre) pero no. Para ella era esencial poner esa lavadora con ropa de color justo antes de marcharse a pilates dado que, de no hacerlo en ese orden, tendría que posponer lo de la lavadora hasta después de su clase, es decir, pasadas las nueve y media. De modo que su única forma de cuadrar sus planes era esa: llegar en mi taxi a tiempo a casa, poner la lavadora, ir a pilates, y a la vuelta de pilates, tender la ropa y preparar la cena. Aquello le resultaba de vital importancia, y aunque al final conseguí decirle que acababa de ser padre (no puedo resistirme, se lo digo a todo el mundo) a ella le pareció bien, me dio la enhorabuena y todo eso, pero al instante volvió con lo de su prisa por llegar a casa y poner la lavadora de color. Entonces comprendí que tenía razón: lo suyo no era egoísmo exactamente, sino tener conciencia de sí misma por encima de cualquier mierda ajena. ¿Qué le gana en importancia: la noticia de la reciente paternidad de un perfecto desconocido al que jamás volverá a ver, o sus planes inmediatos?

Sin embargo, al llegar a su destino no le cobré nada (me prometí, como tantas otras gilipolleces que me prometo a veces, regalar la carrera a la primera persona que montara en mi taxi después de ser padre) y fue entonces, sólo entonces, cuando la mujer cambió sus prioridades y se centró en lo mío: “¡Ay qué detalle tan bonito! ¡Muchísimas gracias, hijo, y disfruta cuanto puedas de tu hija, que es el regalo más grande que te puede dar la vida! ¿Cómo se llama? ¿Me enseñas una foto?”.

Es decir: curiosamente, conseguí cambiar su foco de atención sólo después de perdonarle los 7,15 euros de aquella carrera.

¿Conclusión? Ustedes mismos.

  Recordad que estos textos se publican en la página web de 20minutos y que podéis consultar la última entrada de Daniel Díaz en la sección de blogs en este enlace.

No hay comentarios:

Publicar un comentario